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Jein, luz de mis ojos

  • Foto del escritor: Gabriel Solano
    Gabriel Solano
  • 8 abr 2019
  • 2 Min. de lectura



Eras esta ahi antes que cualquier otro mundo, y era el único mundo en la mente de los Erar, pero  Tilo, flama del destino, había concebido otros planes desde la música de Cil. En tiempos distantes nuevos cantos iniciarían, contando la historia de una nueva guerra entre todas las naciones de los pueblos de Ea. En los tiempo que Ea era joven aun, y el gran faro tenia poco de haberse encendido vivio una joven llamada Jein, que en la antigua lengua de Ea significaba, luz de mis ojos. 


Su padre Eru le puso así porque desde sus primeros días lo llenaba de una alegría que jamas había experimentado, ni siquiera cuando conoció a su madre Enys. A la edad de 5 años manejaba el arco mejor que cualquier niño de su edad. Una tarde Eru paseaba con Jein, por el rio oscuro situado al oriente del Mar sin fin,  y le mostraba como era la manera correcta de manejar el arco, y le dijo: -Tu destino es más grande de lo que puedo imaginar, he escuchado el canto de Cil, muchas veces mientras camino por este viejo sendero, en momento difíciles recuerda a tu padre. Jein escuchaba atentamente, y sonreía a pesar de ser solo una niña entendía todo lo que su padre decía. -Un día usaré mi arco, también como tu papá- Le dijo mientras le abrazaba su pierna derecha. Eru, el constructor de ciudades, era muy conocido en su pueblo natal, y de enorme estatura se le conocía por su habilidad en construir cualquier idea que alguna persona del pueblo le pasara por la cabeza. Después de tener con que pagar y algunas cervezas que brindarles, bastantes cervezas realmente, era capaz de construír Ea entera, desde sus cimientos de ser necesario. 


A los 16 Jein era capas de blandir la espada con rapidez y elegancia, y sus flechas eran las mas letales, se dicen que ningún objetivo que se pusiera frente de ella, escapaba de sus ojos, salvo una vez. Erú también era conocido por su habilidad con los barcos, se dice que el mismo Olu, señor del mar,  lo protegía pero eso aun estaba por verse. Durante largas instancias recorrió Eru los limites de Ea, con los mas valientes marineros, que sus ingresos como constructor le podían costear, y buscaba islas y nuevos lugares que ver. Cada cierto tiempo regresaba a tierra, a ver a sus ojos, aunque muchas veces pasaban largos meses y años antes de ver a Jein, pero ella siempre estaba en su mente. La madre de Jein se llamaba Enys.

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